viernes, 22 de marzo de 2013

CELULOIDE, POEMA INSPIRADO EN LA PELÍCULA CINEMA PARADISO



¿Alguna ocasión consideraste seriamente traspasar el plano bidimensional de una cinta de celuloide, para dejarte llevar por una historia, una ilusión, una quimera?
El acudir a este tipo de fugas momentáneas pareciera ser más la búsqueda de un refugio a los agobios cotidianos de la vida, que una locura espontánea a una realidad inexistente. Mas sin embargo, el viaje mágico y misterioso parece proveernos de una felicidad extraña, inimaginada, llena de matices que de otra forma, incluso no experimentamos en nuestra vida terrenal.

Te invito entonces a que hurgues en tus pensamientos más profundos y nostálgicos de tu experiencia cinematográfica, y te preguntes si alguna ocasión, por inverosímil que parezca, deseaste quedar varado entre los cuadros estáticos de una película que te robó, más que una ilusión o una carcajada.



CELULOIDE


Arrobado, admiro la flameante luz negra tras tu tez de celuloide.
Detrás, las sombras parecen arder en crujiente festín de un fuego que no quema.
Eres tú, fugaz estrella que ilumina la pantalla
y la hace girar como brioso corcel sobre la rampa
que me transporta en un suave vaivén sobra la grana.

Nostálgico, intento besar tu boca de oscuros matices opacados por la noche
que cae presurosa, como queriendo llegar antes que el telón
ponga fin a tu mirada.
Hasta mí, parecen llegar las últimas y audaces carcajadas
que  vieron lucir tu figura de estrella golondrina.

Y sin embargo, pese a tenerte abrazada contra las palabras anunciando tu partida,
mi lánguida mirada se pierde en la distancia que hay entre tu luz
y las sombras de mi almohada.
Deberé esperar entonces para que amanezca, y con la nueva aurora, intentar
volverte a traer entre las brumas,
 de una larga espera enamorada.





Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Derechos Reservados 2013

martes, 5 de marzo de 2013

EL NUEVO HOMBRE, POEMA A HUGO CHÁVEZ

Fotografía BBC News
Sumido en la controversial partida, Hugo Chávez camina sin mirar atrás. Ya no hay nada por hacer; ya no hay nada que le sea permitido en la tierra donde todo lo quiso, y sin embargo, no todo lo pudo.
Hoy se suma a la lista de hombres que lucharon por alcanzar sus ideales, sin embargo, no se suma a la de los triunfadores que lograron mirar la cristalización de sus sueños. Así es la vida, una oportunidad y sólo una, y que lamentablemente, poco aprecio damos al minutero de un reloj que nunca se detiene. 

Con respeto mas no con admiración, escribo estas palabras para hacer valer mi derecho a externar mis convicciones. Si él creyó en sus luchas, al menos se lleva las manos llenas de heridas, de dolor, de angustia producto de sus esperanzas frustradas por no lograr su sueño bolivariano, que tanto lo distinguió. Yo, por mi parte, no puedo visualizarlo más allá de la reducida condición humana: ¡Sólo es eterno lo que muere, para con ello vivir, en la luz de un nuevo día!




EL NUEVO HOMBRE
Asomo el rostro por entre la negra nostalgia de mi alma.
Mis manos crujen hoy, el hierro se ha tornado en cáscara de nada.
Dejé de existir. Extinguido por la única batalla,
atrás quedaron mis acciones de ser inquebrantable,
vuelvo al precipicio, al fondo, a la hojarasca.

La gloria prometida se bate ahora en estela inalcanzable.
No queda rasgo de aquel servilismo indiscutible
que el sí borró de mi estancia al no, sin discusión apasionada.
Hoy camino en las mismas aceras que el mendicante, el ladrón y la ramera.
Nada me distingue de esa clase oscura. Ya nada me ilumina como dios de noble cuna.

Los que lamieron mis manos se revuelven como rémoras hambrientas, como hienas. Arrastran sus vientres por donde ha de caminar el nuevo hombre.
El poder, que se extendiera como fuego sobre el campo, no es más que ráfaga sorda y muda. Era verdad, una aporía, un falso espejo y una mentira verdadera.




Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Derechos reservados 2013