Sus palabras me ayudaron en más de una ocasión para enfrentar la dureza de la vida, sus inextricables y sinuosos caminos, y más aún, intentar responder a las preguntas que parecían no tener respuesta. Por fortuna, esta ocasión sí estuve para mirar como las semillas se convertían en flores.
Lorea Otsoa Honorato y Zara Patricia Mora Vázquez, eran dos participantes en un certamen de poesía de la afamada página www.imprimatur.es.
La primera ocasión que ingresé en este sitio, conocí su trabajo, y motivado por la cascada de emociones y reflexiones que brotaron en mi interior, les dejé mensajes que estimo fueron honestos, puntuales y revestidos de admiración por sus estilos poéticos.
El pasado 31 de octubre, al indagar el resultado del concurso, una sonrisa gigantesca y placentera se dibujó entre mis labios. Asumo que mi piel adquirió un tono de luz indescriptible, pues ambas fueron galardonadas con el primero y segundo lugares del certamen.
¿Por qué digo que las vi convertirse en flores maravillosas y de estupenda galanura? Más allá de su triunfo literario, hace más de un mes Lorea Otsoa Honorato nos visitó en nuestro blog y se apuntó como seguidora del Certamen Internacional de Poesía que llevamos en curso, mientras que Zara Patricia, hoy es escritora asociada a Literalia México, y funge como la primera jurado del equipo de trabajo.
¿Cosas de la vida? ¿Coincidencias o casualidades? Lo que menos me importa es como llamarla, el hecho es que siento un orgullo enorme en mi corazón por tan feliz circunstancia.
Después de todo, la poesía es un misterio, una oportunidad de confluir a un caudal de estela mágica que nos envuelve y arrastra en su deambular inextinguible por el tiempo y el multiverso.
¡Felicidades queridas Lorea y Zara Patricia! ¡Gracias por su amistad!
MANOS JUSTAS
Lorea Otsoa Honorato
De las profundidades más enterradas de lo humano,
del mismo centro de las entrañas,
emerge un grito descarnado
que clamoroso aguijonea la conciencia colectiva.
De la tierra brotan manos retorcidas,
cual raíces de viejos robles,
levantando el suelo duro
que sepulta la verdad.
Lenguas de flama roja
chisporrotean su ardido aliento,
lo injusto les incinera el alma
volviéndola negra y calcinada.
Los cuerpos sobre ellas
han caído maltratados
despiertan ahora su conciencia
aletargada en el no tiempo.
Bostezan sedientas
y la verdad las inflama,
esas manos justas que no pueden mirar de lejos,
que nacen de lo insondable
como púas de piedra.
Estiran los dedos en busca de aire,
después clavan las uñas en la parda grava,
reseca y dura, como la misma muerte.
Con fuerza impulsan la probidad,
arrancándola de su silencio gélido;
las manos justas,
ésas que no saben de silencios,
las que empuñan la verdad
gallardas como guerreras.
Con admiración a sus brillantes carreras:
Arturo Juárez Muñoz