He pensado mucho el publicar esta nota en nuestro blog. Sí, en plural, de todos nosotros los que hemos confiado en que nos une algo más que la literatura y sus diversas formas De expresión.
Lo he pensado porque considero que los tiempos actuales se han convertido en un reto para las nuevas generaciones, las que vienen empujando con fuerza y desenfado, las que avanzan con tanta energía que se tropiezan con sus propios ímpetus.
Pero algo que parece patético, es aceptar que aún para adultos de mi generación, que se supone debíamos haber alcanzado un nivel de madurez emocional y criterio ecuánime, hoy nos enfrentamos a situaciones que ponen en entredicho tales aseveraciones.
No intento anteponer a nadie para expresar mis pensamientos, pero en este caso es necesario hacerlo para marcar el contexto de lo sucedido. En días pasados, jueves 5 de mayo para ser exacto, la artista norteamericana Lady Gaga se presentó en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México.
El público, eminentemente joven, se volcó con entusiasmo y grandes expectativas para admirarla y escuchar su exitoso concierto. A la mañana siguiente, que me dirigía a la ciudad de México en automóvil, al escuchar la radio, Pedro Ferriz de Con, mexicano brillante y altamente reconocido, estupendo periodista, analista político, comentarista excepcional de las notas que marcan el devenir cotidiano del país, hizo mención a un acontecimiento que, lo digo con enorme sinceridad, no termino de asimilar.
En su alocución, Pedro manifestó su contrariedad, no su reprobación; su enorme desazón por una frase que Lady Gaga expresó a micrófono abierto, sin reparo y sin mostrar conflicto alguno: ¡Fuck you, Jesus Christ!
Pedro hacia pausas para tomar aliento. Sugería que no entendía, que requería que jóvenes que estuviesen escuchando su noticiero le llamaran o le escribieran vía Twitter para que le explicaran, lo que para él, era algo incomprensible.
Si he logrado ganarme la confianza de ustedes, amigos lectores, les confieso que sentí partido mi corazón. Porque Pedro y un servidor representamos una etapa de la vida en que nos debemos a construir y no destruir; en sumar y no restar; en proponer y no posponer; en demostrar y no denostar.
Más allá del ángulo que Pedro lo dio como posible estrategia mercadotécnica, lo que más nos impactó a ambos, es el público que recibió tal mensaje. Terminó su nota diciendo que ningún medio, ya fuere televisivo, de radio o impreso, hizo alusión a ello.
¿Y saben a quién le pregunté de inmediato si eso había sido cierto? A mi propia hija, Patricia del Rocío, quien asistió al concierto. Su respuesta fue categórica y congelante: ¡Sí, papá, y no lo dijo una vez sino muchas!
Cuando le pregunté cuál había sido la reacción del público, en respuesta recibí un lacónico: ¡Nada, absolutamente nada!
Días después, incapaz de soportar mantenerme al margen de aquel suceso, me entero que Lady Gaga cautivó a México, a sus fans, que se pronunció contra las leyes de inmigración, de maltrato a indocumentados, y… ¡Que es una heroína! ¡Que es una mujer sensible! ¡Es empática, hermosa, maravillosa, altruista… ¡
A los veinticuatro años de edad que tiene ella, probablemente le sea todo permitido. A los cincuenta y siete años que tengo yo, hay cosas que me he propuesto castigar severamente si las cometo o me quedo callado por conveniencia.
Arturo Juárez Muñoz