jueves, 20 de febrero de 2014

SI PUDIERA PEDIRTE PERDÓN


















¡Ahogada de piedras, tu garganta,
resuella en estertor de muerte ingrata!
Tú, que en las pocas primaveras que poblaste el alma
de los campos, de la lluvia, de las rocas,
hoy pareces fallecer entre los brazos exangües del único sostén
que te separa, del tibio camastro donde reposar tu cara.

Frontera del dispendio de amargo y ocre estruendo
de las bombas, de los huertos, de las rosas,
que al igual que tú ceden su sangre,
para volverse polvo, fuego y savia.

¡Ay, si pudiera pedirte perdón por la malaria
que asfixia la atmósfera del juicio
falaz y deletéreo del hombre insano!
De ése que sentenció tu vida,
a sucumbir en ecos de estallidos,
una mañana de febrero ya sin alma.

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México