Literalia México
La vida es un instante entre dos eternidades, y la poesía, una eternidad resumida en un instante...
martes, 6 de octubre de 2015
¡LOS ÚLTIMOS RESTOS DE MI CUERPO!
¡Heme aquí, sin más labor que ser lacayo de la muerte!
Mis manos no tiemblan, ni luchan, ni atesoran
semillas para sembrar en el acero del desierto...
La mirada no es mía,
me la han robado la miseria y el acre desconsuelo...
Acaso mi dolor sea huerto seco
que cruje en el silencio de mi cuerpo;
los olores se han ido, los colores también,
tan solo queda el aroma de los muertos.
¡Ten, muerte impía,
goza en tus mordazas de óxido y desprecio,
la carne viva de mi hijo, de mi vida, de mi pueblo!
¡Y sabe de una vez:
cuando mañana mis ojos reposen en el viento,
tendrás que ser tú misma quien arrastre,
los últimos restos de mi cuerpo!
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2015
viernes, 28 de agosto de 2015
LA CAÍDA
La caída
A mi madre¿Recuerdas cómo mueren los pelícanos?
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del Pacífico
el agua los engulle como al plomo.
Nada puede salvarlos.
Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.
Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.
No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.
Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.
Te has sentado a mirarlos.
Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto,
lo traiciona y lo empuja.
Has venido a salvarme.
Tus brazos,
tan frágiles ahora,
cubren el cuerpo de mis nueve años
hasta tocar la orilla.
Es cierto,
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.
Deja a un lado la carne,
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.
No hay estrellas debajo del océano.
Abre los ojos,
es tan ciega la muerte que el temor te confunde.
Abre los ojos,
búscame ahora en medio de este océano,
voy a agarrarte fuerte con mis brazos,
siente cómo te aprieto,
busquemos nuestra orilla,
el mar no ha dibujado nuestros nombres,
es hoy, no somos el pasado,
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.
Nos espera la vida.
Fernando Valverde
Tomado de su página oficial
Fernando Valverde nació en Granada (España) en 1980. Es una de las voces más premiadas y reconocidas de la nueva poesía en español.
Entre sus libros de poemas destacan Viento favorable, Madrugadas o Razones para huir de una ciudad con frío (Visor).
Con Los ojos del pelícano, obtuvo el prestigioso Premio Emilio Alarcos del Principado de Asturias y se convirtió en el primer autor menor de treinta años con dos publicaciones en la editorial Visor. Entre los galardones que ha recibido destacan el premio Federico García Lorca para universitarios españoles o sendos reconocimientos en el Fray Luis de León y el Juan Ramón Jiménez. Los ojos del pelícano ha sido publicado en varios países de Europa y América como Colombia, Argentina, México o Estados Unidos.
lunes, 29 de junio de 2015
INCIENSO
"La bóveda deformada de mi habitación, quedó marcada con las sombras que todo lo negaban.
Los reflejos de luces, enloquecidos, apenas si atinaban a encontrar algún espejo, alguna luna, algún indicio de ventana donde reflejar su cara.
Como saetas de dolor, a mi alma desnuda la crucificaban en clara señal de un dolor inexistente, apenas humano, apenas entendible. Y en esa orfandad que crecía a pasos agigantados, su voz, cual sello proveniente de una caverna lejana, me invitaba a la calma, una calma que ya nunca volvió a cobijarme con su nada.
No puedo evitar el recordarlo, pues es ése exactamente el duelo y el recuerdo en la alborada de cada junio que se anuncia en la hondonada, mostrándome su cara marchita, que a falta de agua por las lágrimas vencidas por el paso del tiempo, anuncian con lóbrega piedad que estás presente, en esa habitación que te miró partir... una noche estrellada."
INCIENSO
A la muerte de mi
padre
De incienso etéreo se llena la casa,
anunciando con su aroma, inescrutable final.
Costumbre ancestral vuelta rito mecánico
que rechina sus goznes oxidados.
Cual densa capa de suerte embravecida por el luto,
sus pálidas volutas se esparcen por todos los
rincones.
En cada habitación se quedará cual inquilino
pertrechado como clavel en el ojal.
Sólo espero que mi piel no se tueste, como grano de
café
acosada por el fuego, para después, en acrobacia
evanescente,
brotar por las baldosas llorando un manantial.
Incienso, bruma cosida a mis recuerdos
sin aguja y sin dedal, metida a fuerza de vencer
mi sueño infantil y convertirse en huella.
Mis ojos ya no lloran, los de los demás también,
mientras él reposa
tendido sin podernos mirar.Arturo Juárez Muñoz
Icosaedro
Literalia México | 2015
miércoles, 22 de abril de 2015
JARDINES DE PAPEL (Hoy... es Día de la Tierra)
22 de abril del 2043, Día de la Tierra
El hombre sigue obsesionado en construirse un futuro imposible...
JARDINES DE PAPEL
27 de junio del 2043. Hoy cumplo 90 años de edad.
Contemplo azorado los arbustos petrificados por el tiempo,
cual tiza que ralló el anverso del verde lino de su encanto.
Las hojas que fueron, hoy sólo cartones cortados sin sentido.
Doblegados, mirando al suelo parecen gigantes suspendidos.
¡Árboles! Símbolos muertos que ya no intentan
contener parvadas, ni heno, ni tampoco nidos.
Hubo el hombre que destruirlos, era necesario, ya no inhalaban
los venenos que reinaban en los cielos.
Se fueron quemando cuales carbones encendidos, cenizas blancas,
que otrora fueran flores con tálamo de acero.
Hoy, sus sombras son luz que emana de artificial lucero,
candelabro de sodio apresado in vitro, de colores ambarinos,
que intenta deleitar la vista cansada de los pájaros.
¿Dónde quedaron sepultados los verdes jardines de oyameles?
Hoy tengo que colgarle el fruto al árbol de naranjo,
para pintar la alborada de algún tiempo pasado.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
domingo, 22 de febrero de 2015
Stephen Hawking y otra parte de mí...
Domingo 22 de febrero del 2015. Miro televisión,
precisamente la entrega de los Óscares.
Luego de largas horas de beneplácito, emociones e
incontables remembranzas, llegó un momento excepcional, único e incomprensible:
¡La entrega del Óscar al mejor actor! ¿Qué tiene de particular en esta ocasión?
Resulta que en el año 2011 escribí un artículo denominado: EMMA
LEDUC, SIR ROGER PENROSE Y STEPHEN HAWKING, TRES SERES EXCEPCIONALES QUE PUEDEN
CONSTATAR QUE EL CIELO SÍ EXISTE.
Confieso que al momento que fue premiado como mejor actor el brillante y joven actor, Eddie Redmayn, por su actuación en la película La
Teoría del todo, sentí que una luz cruzaba por mi corazón.
Toda mi vida he sido amante de las matemáticas, de la visión
cosmológica que trasciende el tiempo, la distancia, la vida misma. Lo
maravilloso no es que en mi publicación haya tocado un tema relacionado con las
aportaciones científicas de Stephen Hawking, sino que desde mi humilde
percepción de la calidad y valores humanos, tuve la oportunidad de
sensibilizarme de una faceta que trasciende las barreras interiores e
ideológicas de las persona comunes como un servidor.
No quise dejar pasar este momento tan peculiar, y aunque sé
que nunca podré mirar directamente a los ojos a tan espectacular personaje, me
recojo en un momento de paz y felicidad interior, por tan glorioso
re-encuentro.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
http://lmmagazinelm.blogspot.mx/2011/12/emma-leduc-sir-roger-penrose-y-stephen.html
viernes, 13 de febrero de 2015
LA OTRA, Revista de Poesía, Artes Visuales y Otras letras
Fernando Sorrentino y Cristian Mitelman han llevado a cabo un trabajo estupendo, el cual se hace constar a través de su obra denominada La Otra, revista de poesía, artes visuales y otras letras.
Por este conducto felicito a ambos y me permito recomendar ampliamente su lectura pormenorizada y acuciosa.
¡Enhorabuena Fernando y Cristian!
Un abrazo desde México:
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
miércoles, 28 de enero de 2015
IRÉ ALLÍ
Iré allí, aunque ya no estés, pero es allí donde te recuerdo…
Caminaré por las sendas que alguna vez nos miraron pasar
inadvertidos,
asidos de las hojas, de los charcos, de los huertos;
donde lloran los desamparados,
donde reposan los
nobles y los tuertos.
Iré allí, donde creciste al unísono del tiempo, porque es
allí donde te recuerdo…
Y entre sonrisas y cantos desgarbados,
tocaré tus manos con mis besos,
y besaré con mis manos tus recuerdos.
Y así, libres nuevamente hallaremos el reposo,
ése que alcanzan los que quedaron muertos con la voz del cielo;
Y el invierno,
se volverá morada, tiritar de almas en concierto.
Iré allí, aunque ya no estés, pero es allí donde te recuerdo…
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2015
martes, 16 de diciembre de 2014
AQUÉL QUE OSÓ GRITAR MÁS FUERTE QUE EL SILENCIO...
"Como un homenaje a todo aquél que osó gritar más fuerte que el silencio... "
Tu voz,
a veces dulce, a veces triste,
duerme apacible mientras callas.
El grito adormilado de tu lucha,
esperando turno, parece meditar cantos de guerra,
de paz, de desespero…
Tu voz,
cocida a tus labios, a fuerza de vivir
bajo el estigma de permanecer indiferente,
como si fueses lastre de algún fiero pasado;
como si fueses vergüenza indómita de
un sueño acorralado.
Y sin embargo,
tu voz, otrora rabia, lanza, fuego,
hoy parece lamento y no suspiro,
hoy parece vestigio de un canto lastimero.
¿Dónde está? ¿Dónde está tu voz de niño vuelto hombre,
héroe, guerrero?
Hoy, callada tu voz otrora de jilguero,
parece calar el sonido del cañón primero.
Y sin embargo, aquellos que apagaron tu voz,
tu risa, tu vuelo con alas de terso terciopelo,
creen que mataron tu osadía,
sin saber que ellos, antes que tú,
murieron primero…
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Diciembre 2014
jueves, 20 de noviembre de 2014
EL LOCO
La vida cumplió sus amenazas;
Le ató las manos y le atrapó los sesos,
En esas rejas blancas donde encierran a los necios,
a los locos, a los viejos…
Vayan trayendo leña verde
El loco ha vuelto a despertar del sueño…
Aquel hombre de gesto retorcido,
amenaza, fuego, suicidio,
Logró zafarse de ataduras falsas,
para volver a su prisión de hierro.
Vayan trayendo leña verde
El loco ha vuelto a despertar del sueño…
Y es que al silencio lo volvió murmullo
y al murmullo lo convirtió en estruendo;
Aquél que nada dijo y hoy lo dice todo,
aquél que incendia horizontes con el dedo.
Así las cosas en este mundo ciego;
los locos son callados por mirar al cielo;
libertad, estrella mortecina,
que es apagada con el fuego.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014
jueves, 28 de agosto de 2014
COMALES NEGROS
Fotografía propiedad de Conaculta, INAH, Sinafo, FN. México |
¡Te miro apenas a los ojos
… y asoma tu placidez de luna!
Tú que naciste colmado del olor a hierbas;
Tú que creciste entre comales negros.
Hasta pareces fumarola en escapada
Sonriendo pa´dentro, nomás pa’dentro,
como si hablaras con alguien en tu cama,
en tu casa, en tu alma, en tu pecho.
¡De nombre ni hablamos,
sería presumir que te conozco!
Hombre de barro endurecido
a fuego de volcán e incienso.
¡No, no te aburre tirar tortillas cada día!
Hasta pareces remedo de chasquido,
de chirriar de carbón bajo las llamas,
que incendian de color a tus ancestros.
Tus tareas, remedo de
maizales
que amasan el oro entre sus manos;
Oro del maíz y pedernal que envueltos,
giran en volutas de recuerdos.
Mañana vuelvo, y seguro estarás
tirando tortillas con chimicuiles y pasilla;
Nada detendrá tu afanosa labor
de jornalero, que detiene la rueda de la vida,
pa´hacer tortillas,
en sus comales negros…
Con infinita admiración a esa estirpe de hombres que dignifican a la vida,
las buenas costumbres y los profundos valores de nuestro pueblo.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014
sábado, 9 de agosto de 2014
¡DIME TÚ, VIDA! ¡DIME TÚ!
La vida es una cadena interminable de renuncias, y sin embargo, es lo único nuestro que se nos da al nacer, y es lo único que nos llevamos al partir...
¡Dime tú, vida, dime tú!
¡Dime tú, vida,
¿cómo hago para calmar mi ira y
mi magro desconsuelo…?
¿Cómo hago para no
romper en llanto,
por cada lágrima
que cae del cielo?
¡Dime tú, vida, dime tú!
¿Cómo hago para volver del fuego,
donde arden mi piel y mis adentros,
quemando mis lúgubres anhelos?
¡Porque tú, sólo tú lo sabes!
Quien puso la sangre entre mis venas,
que me dio capacidad
para llorar cascadas
y anhelar aquella fantasía
mal llamada sueño.
¡Dime entonces como ahogar los
locos desatinos,
que me incendian de coraje…
por no entender que muero!
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Agosto 2014
jueves, 12 de junio de 2014
LA ESCALERA QUE CAMBIÓ MI VIDA
Cuando somos pequeños, todo es nuevo y nada es todo. Nos
sorprendemos de las cosas más nimias jamás imaginadas, pero distinguimos a
plenitud una realidad hermosamente agradable, de una fantasía que nos transportaba
a galaxias lejanas.
La vida transcurría entre juegos emanados de nuestra
imaginación, hasta corceles de madera galopando grandes desiertos y llanuras. Para
cuando la noche caía, el cansancio nos atrapaba entre sus redes, y ni aún allí
nuestra cabeza dejaba de girar en volutas ascendentes.
Una tarde, asumo fin de semana, mi madre y yo regresábamos a
casa luego de acudir a un encuentro de futbol. Por cierto, ella era gran
conocedora del deporte, logrando transmitirme lo que hasta hoy, es una pasión
que no encuentra reposo.
Mi padre retornaba de la capital todos los viernes, y en esa
ocasión lo esperábamos a la hora acostumbrada. Sin embargo, para nuestra
sorpresa, él ya estaba en casa. Luego de saludarlo y sentirme complacido porque
había vuelto con bien y a temprana hora, me mostró dulcemente una sonrisa que denotaba satisfacción.
Inducido por él, salí a la parte trasera de la cocina en
busca de una bolsa de basura, cuando para mi sorpresa, una erguida escalera de
madera yacía recargada sobre un muro, rebasando con sus portentosas patas el
nivel de la azotea.
De madera de pino, perfectamente recortada y ensamblada, aquella
obra de arte lucía esplendorosa invitándome a escalarla y descubrir la otra
cara de la vida. ¡Sí, la vida vista desde una azotea!
Hoy, en puerta de mis 61 años, aún recuerdo el evento.
Sencillo, insignificante, pero trascendental en mi vida. Me enseñó muchas cosas.
Me mostró la cara de la sencillez y del trabajo; la faceta del orden, de la
precisión, de la templanza. Por años gocé de su precisión milimétrica. La subía
y bajaba con tal entusiasmo, que creo haber quedado subyugado de su geometría.
A mis once años de edad, mi padre partió. En ocasiones creo
que subió por esa escalera a sabiendas que lo conduciría al cielo, en busca de
su siguiente escalera, de su siguiente gran ideal, de su siguiente sueño.
Hoy, aunque aquella escalera ya no está físicamente, sí lo
está presente en el día a día de mi vida; me sigue enseñando que soy yo mismo
el que construye sus propios escalones, y felizmente, los escalo para alcanzar
mis propios sueños, vencer mis propios retos y anhelar que algún día, me lleve
por igual… a mi siguiente escalera.
De sus manos de artista,
artesano de la vida,
maderas traslapadas en señal de fantasía.
Tu enhiesta figura de peldaños infinitos,
se multiplica hasta alcanzar el otro lado de la luna.
Y en tu trazo, singular y portentoso,
reposa su sonrisa de padre,
de amigo, de sabia arquitectura.
A la memoria de mi padre inolvidable:
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
2014
martes, 3 de junio de 2014
PARA ESTA HORA...
Para esta hora, ya habías elevado el vuelo.
Tu rostro apacible no ocultaba nada;
Toda tú eras paz,
eras silencio
en la alborada.
Para esta hora,
tu corazón era estrella dormida;
Palpitante,
pero su luz
ya no brillaba
Para esta hora,
tus ojos ya no me miraban;
Tomé tu mano con mi mano,
sólo frío,
oscuro resplandor,
sobre tu cama.
viernes, 30 de mayo de 2014
VOY A HACER UN PAPALOTE...
Voy a hacer un papalote
con trocitos de palabras,
dicen que vuela más alto
cuando se le ponen barbas.
Niñez que pendes del tiempo
en busca de nuevos vuelos,
dicen que llegas más alto
cuando buscas otros cielos...
Arturo Juárez Muñoz
Twitter: @arturojuarezlm
Literalia México
lunes, 14 de abril de 2014
ECLIPSE
¡Soñé, soñé por un momento
que estaba en la luna tendido sobre arena blanca...
admirando un eclipse de Tierra!
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
miércoles, 12 de marzo de 2014
FE, ESPERANZA Y VOLUNTAD
"La vida no promete aliviar nuestras penurias; la esperanza a medias; la fe te reconforta, y tu voluntad te fortifica."
A mi querido hijo Arturo.
En ocasiones, el formato divino que Dios confirió a la vida, no nos satisface. Plagada ésta de un singular número de vicisitudes, parece más una vorágine de fuego que una espiral ascendente de virtuosismo y perfección humana.
Es entonces que nos miramos al espejo y nos preguntamos qué hicimos mal para merecer tal o cual cosa, por encima de aceptar que nos tocó turno de enfrentar a la adversidad con sus rostros desconocidos.
Al paso de los años, pareciera que construimos una coraza protectora, pero en el fondo, nada ha cambiado en nosotros, salvo una más relajada capacidad de comprender que las cosas, por enésima ocasión, han salido mal.
¿Qué hacer en consecuencia? ¿Cómo enfrentar esos momentos difíciles en los que hay más preguntas que respuestas? ¿Hay una mejor manera de hacer frente a lo que parece ensañarse contra nosotros?
Muy probablemente estamos aprendiendo a vivir lo que, en apariencia, es la vida normal que todo ser humano debe enfrentar en consecuencia, y que además, lo ha tenido que hacer por los siglos de los siglos.
¡No, estoy seguro que no! Me consterna imaginar que sea el sufrimiento la ruta piadosa para la purificación del alma. Incluso, me viene a la mente aquel eremita que se aposta en una columna hasta ver agusanarse su cuerpo, todo en búsqueda de esa perfeccionamiento y espiritualidad basada en el sacrificio y la meditación.
Sin embargo, ¿qué hacer como alternativa racional, sensata o piadosa hacia nosotros mismos?
No tengo la respuesta, pero sí una reflexión. El hombre, como ser hormonal, sentimental, proclive al amor por diseño original, dotado de inteligencia para elucidar las encrucijadas que enfrenta cotidianamente, debe encontrar sus propias respuestas.
¿Paradójico, no? No obstante, ello me permite encontrar mis propias respuestas y mis propios quehaceres que se elevan como obligada respuesta a lo que debo hacer en consecuencia. Y es que es allí donde radica la oportunidad de ser mejor, de ser más fuerte, de forjarnos en el crisol dorado de ese dolor tan repudiado pero que nos lleva a un camino de purificación de ideales en nuestras vidas.
Si hay congruencia y sensatez en esta reflexión, entonces significa que lo que enfrentamos como problema, es en realidad una faceta de muchos otros problemas a la vez, unidos, fundidos en una sola careta pero con diferentes orígenes y desenlaces.
Por lo tanto, el problema, que en apariencia parecía ser uno solo, en realidad es la punta del iceberg o la gota que derrama el vaso. En esta perspectiva, nuestro esfuerzo debe multiplicarse; nuestro entusiasmo por resolverlos todos a la vez, debe sufrir una mutación de sencillez a tarea tiránica; debemos mimetizarnos de abeja a águila, de soldado a general, de Peón a Rey, y así sucesivamente.
¡Vamos por todo, no por una parte! ¡Vamos a tomar al Minotauro por la cola y al Diablo por el tridente!
Después de todo, lo peor que nos pasará, será resolver una sola parte del problema, pero con ello, habremos ganado en confianza, salud y alegría.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Marzo del 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
SI PUDIERA PEDIRTE PERDÓN
¡Ahogada de piedras, tu garganta,
resuella en estertor de muerte ingrata!
Tú, que en las pocas primaveras que poblaste el alma
de los campos, de la lluvia, de las rocas,
hoy pareces fallecer entre los brazos exangües del único
sostén
que te separa, del tibio camastro donde reposar tu cara.
Frontera del dispendio de amargo y ocre estruendo
de las bombas, de los huertos, de las rosas,
que al igual que tú ceden su sangre,
para volverse polvo, fuego y savia.
¡Ay, si pudiera pedirte perdón por la malaria
que asfixia la atmósfera del juicio
falaz y deletéreo del hombre insano!
De ése que sentenció tu vida,
a sucumbir en ecos de estallidos,
una mañana de febrero ya sin alma.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
jueves, 30 de enero de 2014
ROBINA
Fotografías de Muhammed Muheisen |
ROBINA
¡No, no es poema! No resulta factible intentar una rima, un verso, un soneto. En ocasiones no hay forma de articular una idea clara, y sin embargo, la realidad está presente como daga en los costados...
Te llaman oprobio, vergüenza, abandono.
Eres espada con rostro de injusticia, desamparo y silencio;
y en foros acusan a hombres que no tienen nombre,
y exhiben tu rostro en paredones de miedo.
Te toman de los brazos y te elevan en sus luchas;
te exhiben cual símbolo negro de la faz humana;
te lloran y tiemblan de dolor profundo,
por tanta maldad atada a tu cuerpo.
Y sin embargo,
a pesar de tus lágrimas extraviadas en el desierto,
de tus manos enjutas más secas que la roca,
te llaman de todo y lloriquean por nada,
pero nadie dice,
porque no lo saben...
Robina, pequeña, tu bendito nombre.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
lunes, 27 de enero de 2014
JOSÉ EMILIO PACHECO, MI HOMENAJE
¡Desatenta, la Muerte mordaz intenta vengarse de todo aquél detractor que la señale en su miserable tarea!
Quién mejor que un poeta para acallar las voces que te enloquecen en los deletéreos espacios nauseabundos donde habitas. José Emilio parece tomar turno en la inexorable fila de los que se adelantan, todo gracias a tu lapidaria tarea de socavar los cantos a la vida, al amor, a la esperanza.
Y sin embargo, por más que intentas llevarte todo de un solo golpe, el viento que se cuela entre tus huesos, cargado está de la voz amada de José Emilio, en señal inequívoca de que jamás lograrás mitigar el horror de tu conciencia.
¡Sí, Muerte insana! Me dirijo a ti para fustigar tu rastrera labor carcelaria, de hipocresía, de viento helado que exhalas cuando hablas. Si algún día murieses arrastrada por las cadenas del infierno, nadie en absoluto intentaría recordarte y bendecir tu mezquina locura.
Cuánta alegría me da constatar tu equívoca mentira: ¡Los poetas no mueren, no están en tu lista de crueldad extrema! Ellos son voz de otra esencia que tu negro poder no logra tocar. Son hechos de la pureza de la vida misma, ésa que tus manos no pueden asir en su lapidaria usura.
Los poetas nacieron en otra perspectiva, en otro destino, en otra aventura. Al que te llevaste por error, suplirá con infinito placer a José Emilio, como acto divino de agradecimiento por su labor bendita.
¡No, no te confundas, te llevaste un cuerpo pero no su magistral grandeza!
CUANDO CALLA TU VOZ
A cada poeta que muere…
Cuando se apaga
tu voz
de amados tonos
y tez terciopelada,
un rostro se
apaga y otro te venera.
Tu resplandor de
luna
se apagará
también en la finura
lavada de la
arena.
El silencio se
esparcirá como
fuego ardiente
entre las almas
de los que temen
divisar tu sepultura.
Cuando cesa tu
pluma
de dibujar la
vida en forma de palabras,
alguna estrella
se esconde prisionera.
Cuando se apaga
tu voz,
pierde una letra
el alfabeto y gana la incoherencia.
Cuando cesa tu
pluma
de convertir
polvo en esencia,
vuelve a cegarse
la humanidad entera.
Tu majestuosa
voz que osó retar
al universo
creado por el hombre,
calla cediendo
su alta investidura.
Te llevas el
puño, no la tinta.
Te llevas el
verbo, no la hoja.
Sólo queda de ti
la mágica escritura.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Enero 2014
miércoles, 22 de enero de 2014
ELEGÍA INTERRUMPIDA, DE OCTAVIO PAZ
Estremecido, doy cuenta del doloroso trance narrado en el microrrelato de nombre "Elegía interrumpida".
Sacudido en mis principios, y a pesar de haber dado lectura al presente un par de años atrás, confirmo que el relato de denuncia continúa siendo una poderosa forma de promover escrúpulos y principios elementales de respeto y amor a la vida.
Para Pablo Martínez Ferandín, autor del presente, mi respeto y alto aprecio; para Gustavo Osmar Santos, mi siempre sincero agradecimiento por sus fotografías puestas al servicio de Literalia México, y para Octavio Paz, gran referente poético, mi inconmensurable reconocimiento y admiración."
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014
Cuando por fin pude salir del hospital, el cansancio partía mi espalda de manera terrible. Derrotado por la muerte de mi paciente, todo lo que quería en ese instante era irme a dormir a casa. Miré el reloj y pude percatarme que eran las 21:30 hrs. Apreté mis ojos con los dedos encontrados de mi mano, y dejé escapar un suspiro prolijo y lastimero.
Una vez en mi auto, tomé por la lateral de la Avenida San Francisco. Justo al virar a la derecha, la imagen de dos pequeñas niñas atrajo mi atención. Sin pensarlo, como movido por los resortes de mi piedad maltrecha, me acerqué a ellas. La más pequeña se bamboleaba sobre su cuerpecito, mostrando con claridad parálisis cerebral. La otra, simplemente se concretaba a mirarme con indiferencia.
Irremediablemente, un sentimiento de humanidad hizo acercarme. Para cuando estuve a un metro de distancia, una voz seca me paró con brusquedad. “Epa, epa, cabroncito. ¿A dónde? Éstas pendejitas son mis hijas”
Intentando increpar su postura, la mano firme del hombre me detuvo en un intento vano por acercarme a ellas. “Órale, cabrón, a chingar a su madre”, me dijo y me señaló a cualquier parte en señal que me alejara.
Esa noche no pude dormir. El recuerdo de mi joven paciente me asaltaba de manera mordaz. Pero entre las brumas de mi soledad extrema, la imagen de ambas niñas me hacía temblar de angustia.
Cuando al siguiente día me presenté al hospital, fui abordado por la Dra. Mariana Fernández, quien dándome una palmadita en la espalda, intentaba reconfortarme. “Ven, ayúdame e reconocer a una pequeña que ingresó anoche en la madrugada”
Una vez en el área de urgencias, ambos nos apostamos al pie de la cama 14.
“Esta niña fue violada con saña inaudita, y quemada de ambas manos con cigarro”, dijo el asistente. Cuando pude mirar el rostro amoratado de la niña, un escalofrío paralizante me hizo desvanecer al punto del desmayo. “¡Es ella, es ella!, dije llevándome la palma de la mano para cubrir mis ojos invadidos por el llanto.
“¿De qué hablas, Jorge? ¿Es quién?”, decía Mariana. Intentando reponerme del shock, miré a la chiquilla a los ojos: ¡La misma mirada fría y extraviada de la noche anterior! Tragando saliva, logré balbucear estúpidamente. “Mira nada más, ángel de mi vida, ¿quién te hizo esto?” La respuesta nunca llegó, pues con una actitud que rebasaba toda estoicidad, venció sus manitas y perdió su mirada en el costado.
Días después, la realidad ocupaba todos mis sentidos, pues el periódico local, en la sección policíaca, daba cuenta del suceso: “Niña que era explotada por su padre pidiendo limosna y prostituyéndola, muere finalmente en el Hospital General”
El diario cayó de mis manos. Una impotencia total hizo derrumbarme, prorrumpiendo en un llanto convulso y dramático. No podía quitar de mi cabeza la mirada fría y lejana de la pequeñita. Apretaba las manos con rabia, al punto de propinarme a mí mismo, al menos una docena de bofetadas.
Un mes después, es que leo este fragmento del poema de Octavio Paz, Elegía Interrumpida, e intento comprender la esencia universal de sus líneas:
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Pablo Martínez Ferandín
Fotografía cortesía de Gustavo Osmar Santos
Sacudido en mis principios, y a pesar de haber dado lectura al presente un par de años atrás, confirmo que el relato de denuncia continúa siendo una poderosa forma de promover escrúpulos y principios elementales de respeto y amor a la vida.
Para Pablo Martínez Ferandín, autor del presente, mi respeto y alto aprecio; para Gustavo Osmar Santos, mi siempre sincero agradecimiento por sus fotografías puestas al servicio de Literalia México, y para Octavio Paz, gran referente poético, mi inconmensurable reconocimiento y admiración."
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014
Cuando por fin pude salir del hospital, el cansancio partía mi espalda de manera terrible. Derrotado por la muerte de mi paciente, todo lo que quería en ese instante era irme a dormir a casa. Miré el reloj y pude percatarme que eran las 21:30 hrs. Apreté mis ojos con los dedos encontrados de mi mano, y dejé escapar un suspiro prolijo y lastimero.
Una vez en mi auto, tomé por la lateral de la Avenida San Francisco. Justo al virar a la derecha, la imagen de dos pequeñas niñas atrajo mi atención. Sin pensarlo, como movido por los resortes de mi piedad maltrecha, me acerqué a ellas. La más pequeña se bamboleaba sobre su cuerpecito, mostrando con claridad parálisis cerebral. La otra, simplemente se concretaba a mirarme con indiferencia.
Irremediablemente, un sentimiento de humanidad hizo acercarme. Para cuando estuve a un metro de distancia, una voz seca me paró con brusquedad. “Epa, epa, cabroncito. ¿A dónde? Éstas pendejitas son mis hijas”
Intentando increpar su postura, la mano firme del hombre me detuvo en un intento vano por acercarme a ellas. “Órale, cabrón, a chingar a su madre”, me dijo y me señaló a cualquier parte en señal que me alejara.
Esa noche no pude dormir. El recuerdo de mi joven paciente me asaltaba de manera mordaz. Pero entre las brumas de mi soledad extrema, la imagen de ambas niñas me hacía temblar de angustia.
Cuando al siguiente día me presenté al hospital, fui abordado por la Dra. Mariana Fernández, quien dándome una palmadita en la espalda, intentaba reconfortarme. “Ven, ayúdame e reconocer a una pequeña que ingresó anoche en la madrugada”
Una vez en el área de urgencias, ambos nos apostamos al pie de la cama 14.
“Esta niña fue violada con saña inaudita, y quemada de ambas manos con cigarro”, dijo el asistente. Cuando pude mirar el rostro amoratado de la niña, un escalofrío paralizante me hizo desvanecer al punto del desmayo. “¡Es ella, es ella!, dije llevándome la palma de la mano para cubrir mis ojos invadidos por el llanto.
“¿De qué hablas, Jorge? ¿Es quién?”, decía Mariana. Intentando reponerme del shock, miré a la chiquilla a los ojos: ¡La misma mirada fría y extraviada de la noche anterior! Tragando saliva, logré balbucear estúpidamente. “Mira nada más, ángel de mi vida, ¿quién te hizo esto?” La respuesta nunca llegó, pues con una actitud que rebasaba toda estoicidad, venció sus manitas y perdió su mirada en el costado.
Días después, la realidad ocupaba todos mis sentidos, pues el periódico local, en la sección policíaca, daba cuenta del suceso: “Niña que era explotada por su padre pidiendo limosna y prostituyéndola, muere finalmente en el Hospital General”
El diario cayó de mis manos. Una impotencia total hizo derrumbarme, prorrumpiendo en un llanto convulso y dramático. No podía quitar de mi cabeza la mirada fría y lejana de la pequeñita. Apretaba las manos con rabia, al punto de propinarme a mí mismo, al menos una docena de bofetadas.
Un mes después, es que leo este fragmento del poema de Octavio Paz, Elegía Interrumpida, e intento comprender la esencia universal de sus líneas:
Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.
Pablo Martínez Ferandín
Fotografía cortesía de Gustavo Osmar Santos
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