Indudablemente que el hombre es un ente de costumbres, y que éstas, se van acendrando a través de procesos en el tiempo. La Internet ha permitido una vastedad de opciones de entretenimiento, investigación, acervo cultural y socialización masiva, lo cual ofrece al usuario un poder de decisión sobre qué sitios visitar para saciar su sed particular.
Llama mi atención en este caso, la cultura de dejar comentarios en los blogs (o cualquier otro método de verter una opinión), a fin de conformar una opinión pública acerca de un tema en particular.
El punto que deseo abordar es el de sugerir cuatro razones poderosas por las cuales debemos animarnos a utilizar esta forma actual de comunicación, y que sugiero tomar en cuenta antes de abandonar la razón por la cual decidimos ingresar a un sitio en particular.
PRIMERA. La primera razón que considero fundamental es que el ser humano es un ser diseñado para vivir en sociedad. La colectividad humana va construyendo sus propias reglas del quehacer cotidiano, y entre éstas, encontramos una comunicación masiva de pensamientos. Luego entonces, nos debe quedar claro que al ingresar a un sitio específico, intrínsecamente estamos aceptando que tenemos un interés evidente, pero también un compromiso ineludible: ¡Participar en el círculo que se genera entre el lector y el emisor de la iniciativa sugerida! ¿Que no es obligatorio? Ni duda cabe. ¿Que es deseable? Definitivamente sí, porque ello ratifica que somos parte de un “existir” y estar presentes en la sociedad en la que decidimos “coexistir” con los demás.
SEGUNDA. Si por convicción propia, aceptamos la primera razón, estaremos dando un importante paso a la siguiente pregunta: ¿Requiero de algún conocimiento previo, cultura o habilidad para escribir? La respuesta es sencilla si consideras que no estamos pretendiendo tu opinión calificada o erudita, más bien, intentamos conformar una idea a partir de todo aquél que tenga la voluntad de opinar. Si no fuera así, ¿tendría caso preguntarte lo que ya sabemos?
La opinión pública es nada más y nada menos que la suma de las opiniones de una sociedad. Si un grupo de elite, de investigación o altamente culturizado quiere ofrecer una opinión, no la pregunta, la ofrece y punto. Queda claro que tú eres parte de una opinión, nueva, renovadora, actual.
TERCERA. Imaginemos una circunstancia ideal: ¡Has decidido dar tu opinión, pero no sabes cómo! ¿Conoces a alguien que haya nacido sabiendo leer, escribir, caminar, comer, entre otra centena de cosas? Como establecí en la introducción, el hombre es un animal de procesos, y la capacidad de opinar la tienes, lo que hace falta es ejercerla. Por otra parte, no estamos pretendiendo un lenguaje sofisticado, una gramática excelsa y un estilo propio perfectamente definido. Aceptamos simplemente una capacidad evolutiva, creciente, comparativa con el resto de los que así lo están haciendo, y con el paso del tiempo, crecer como es consecuencia natural del hacer.
CUARTA. Hay una entrevista en www.youtube.com, que le fue hecha al gran escritor mexicano, Carlos Fuentes, en la cual asevera que es más importante cómo se dice que lo que se dice. Factiblemente tú emplees un lenguaje más sencillo y accesible, pero no por ello tengas menos emotividad y espontaneidad, dueto de características muy difíciles de encontrar. En ese sentido, nuestro gran poeta chiapaneco, Jaime Sabines, mereció ser llamado el poeta de los poetas, precisamente por su lenguaje sencillo y asequible.
Un estudio en el campo de la psicología social, demostró que un mismo evento narrado por una centena de personas que lo vivieron, arrojó no menos de una centena de versiones y visiones diferentes. Ello significa que tu mensaje tiene la gran oportunidad de ser interpretado en la justa línea de tu forma de ser y de pensar, gestándose así tu gran oportunidad de trascender en la colectividad antes mencionada.
En pocas palabras, ejerce tu capacidad de opinar, la calidad es cosa de tiempo y deseo de superación en el más sencillo arte de la comunicación: ¡El escribir!
ARTURO JUÁREZ MUÑOZ