Me resulta difícil decir que este poema es un tributo a Amy Winehouse. De igual manera, no pretendo evocar la época dorada en la que Tony Bennett nos deleitaba cantando I left my heart in San Francisco, o Fly me to the moon.
Épocas distantes, unidas por la sensibilidad apoteótica de sendos personajes, que para regocijo de los que nos ha tocado admirar ambas manifestaciones artísticas, constatamos que la vida es una continuidad de otras vidas.
Ahora bien, ¿qué promovió en mi interior el escribirle un poema a la juventud?
Queridos amigos, los invito cordialmente a visitar nuestro sexto artículo en LM Magazine. Les aseguro es oportunidad propicia para valorar esa etapa maravillosa de nuestras vidas, llamada juventud.
http://lmmagazinelm.blogspot.com/2012/01/amy-winehouse-y-tony-bennett-oh.html
¡Oh, juventud!
¡Oh, juventud!
Jamás me mentiste,
Nunca me ocultaste tu efímera presencia.
Tu cauda de volátil zaga
Se enredó en los aires de los tiempos,
Para fugarse en sus alas al batirse,
Como fluyendo entre los pliegues de sus aguas.
¡Oh, juventud!
Si hubiese sabido de tu corta estancia
Hubiese gozado más de tu presencia.
Te fui derrochando sin cautela,
Te fui desperdigando cual roca
Convertida en suave arena,
confundiendo tu diamantina esencia.
¡Oh, juventud!
Presagio de dolorosa guerra
Librada entre soldados de papel.
Cuán voluptuosa tu ardorosa figura,
Que abrazada en lechos nocturnales
Me sorprendió con luz anodizada,
Atrapado en el último aliento
Del amor compartido en otra piel.
¡Oh, juventud!
¿Cómo suplicar que algún día vuelvas?
¿Cómo seducir tu alado cuerpo
Para que mire mis ojos otra vez?
Si tan sólo me dieras tu respiro…
Si tan sólo me tocaras con tu mano,
Aprendería a beber de sorbo en sorbo…
Lo que fuera licor desperdiciado.