¿Alguna ocasión consideraste seriamente traspasar el plano bidimensional de una cinta de celuloide, para dejarte llevar por una historia, una ilusión, una quimera?
El acudir a este tipo de fugas momentáneas pareciera ser más la búsqueda de un refugio a los agobios cotidianos de la vida, que una locura espontánea a una realidad inexistente. Mas sin embargo, el viaje mágico y misterioso parece proveernos de una felicidad extraña, inimaginada, llena de matices que de otra forma, incluso no experimentamos en nuestra vida terrenal.
Te invito entonces a que hurgues en tus pensamientos más profundos y nostálgicos de tu experiencia cinematográfica, y te preguntes si alguna ocasión, por inverosímil que parezca, deseaste quedar varado entre los cuadros estáticos de una película que te robó, más que una ilusión o una carcajada.
CELULOIDE
Arrobado, admiro la flameante luz negra tras tu tez de
celuloide.
Detrás, las sombras parecen arder en crujiente festín de un
fuego que no quema.
Eres tú, fugaz estrella que ilumina la pantalla
y la hace girar como brioso corcel sobre la rampa
que me transporta en un suave vaivén sobra la grana.
Nostálgico, intento besar tu boca de oscuros matices opacados
por la noche
que cae presurosa, como queriendo llegar antes que el telón
ponga fin a tu mirada.
Hasta mí, parecen llegar las últimas y audaces carcajadas
que vieron lucir tu
figura de estrella golondrina.
Y sin embargo, pese a tenerte abrazada contra las palabras
anunciando tu partida,
mi lánguida mirada se pierde en la distancia que hay entre
tu luz
y las sombras de mi almohada.
Deberé esperar entonces para que amanezca, y con la nueva
aurora, intentar
volverte a traer entre las brumas,
de una larga espera
enamorada.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Derechos Reservados 2013