Yaces perenne,
indolente y mustio
sostenido tan solo de una línea.
En la curva del tiempo te entretienes
como colibrí rondando dimensiones
que se entrecruzan en voraces espirales.
¡Luna de luz tergiversada en remolinos mentales
que me asfixian,
y me hacen respirar a pausas
en el icónico tic tac de tu parodia!
¡Tiempo de Dalí vuelto reloj!;
fugitivo del tiempo,
revelas las siete lunas del viento cósmico que inundas,
convertido en horas y minutos sin fin y sin frontera.
Iconoclasta,
porque tú sólo existes para gozar nosotros de tu estela
luminosa que se cuela,
por las rendijas liminares de la tierra,
en el amanecer de un nuevo día...
en el dorado manto
de cada primavera.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2013
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