Bracha Aris,
de 74 años, nunca había hablado de su pasado hasta que ingresó al sitio web del
Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos y se topó con una
fotografía suya de cuando tenía ocho años, tomada a fines de la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945).
Ver historia
completa:
¡DUERME NIÑA,
DUERME!
Imagino la
lluvia pertinaz golpeando las techumbres de aquellas barracas desoladas.
Mi mente
azorada apenas da cabida a uno de los
actos más abominables del hombre en contra de la esencia más pura de la
humanidad: ¡El holocausto!
Imagino
cadenas silenciosas arrastrando miseria y desolación, cual río embravecido que
devora todo a su paso hasta formar mares de oprobiosa realidad.
Allí, entre
los fangos de aromas deletéreos, voces atrapadas se reducen a gritos acallados
por la muerte temprana, sin más razón que el odio, la rabia vuelta daga y la
obnubilada cerrazón de no poder convivir como especie humana.
¡Sólo espero
en Dios que nunca seas historia olvidada! Que no seas ejemplo, ni símbolo, ni
te señalen los virtuosos como marca vergonzante de una esperanza socavada.
Espero que se te haga justicia y que paguen los desalmados que te dieron
muerte, para que nunca jamás roben tu sueño, último refugio de tu alma
enamorada.
¡Duerme niña,
duerme!
Que no eres
tú quien viaja en la carreta,
ni manto de
fango será ya más tu almohada,
de ángel tocado por la luna negra.
¡Duerme niña,
duerme!
El brillo
reflejado en tus párpados cerrados
es lienzo
extendido que invade la montaña.
Los verdes
campos te esperan ansiosos
para atrapar tu voz a carcajadas.
¡Ya no serás
más vórtice del miedo!
¡Ya no será
tu carne congelada,
llaga que
sangre sobre el hielo de la arena,
ni tu voz se ahogará desventurada!
¡Duerme niña,
duerme!
Que el sueño
es cuna, seno de madre, regazo inmaculado.
Los cantos
serán más dulces que sirenas
acorralando tu alma entre la grana.
¡Tu sangre no
quedó esparcida en las barracas!
¡Tu gemido
lastimero ha sido rescatado
y hoy es
canto de esperanza, voz que palpita
al unísono del agua en la cascada!
¡Por fin, tu
mirada de niña atisbará entre la bruma de los mares
y saciará sus
ansias de albatros que se escapa,
surcando
cuales alas, tus sagaces brazos,
rompiendo las cadenas que te ataban!
Arturo Juárez Muñoz
Mayo 2012
Reitero mi admiración y respeto por este poema, dentro de los poemas necesarios, en esta lectura después de haberlo disfrutado en los foros Alaire de poesía. Con un abrazo.
ResponderEliminarSalud.
Entrañable amigo, Julio González Alonso:
ResponderEliminarEstoy seguro que este poema es uno de los más sentidos que haya escrito jamás.
Estimo es de esos cuya medida no son la belleza estética, la elocuencia poética o el ritmo y otras tesituras.
Creo fervientemente que son producto obligado de nuestra responsabilidad como artífices de la palabra, el señalar los eventos que no queremos que hayan sucedido, pero más aún, que exigimos no se repitan jamás.
Aunque para serte franco, el poema está dirigido más bien a alguien que murió bajo estas terribles condiciones, pero que una necesidad imperante de justicia e impulsora de una esperanza aún vigente, es que lo canalizo hacia Bracha Aris, sobreviviente del holocausto.
Como siempre, agradezco tus palabras y consideraciones gentiles y profundas.
Un abrazo:
Arturo
Los caminos del compromiso se hacen desde la responsabilidad a la que aludes. Lo importante -en mi modesta opinión- es hacerlo con altas miras y calidad literaria para que la denuncia sea creible, que conmueva, que llegue a lo medular del problema y conmueva las conciencias. Creo que lo consigues, y eso es lo importante. Con un abrazo.
ResponderEliminarSalud.
Julio G. Alonso
Querido Julio:
ResponderEliminar¿Qué haría el poeta si no encontrase retro alimentación a sus propuestas?
Tus palabras me hacen sentir orgulloso de pertenecer a esa esfera de responsabilidades sociales; de empatía para con el ser que no vemos pero que sabe que existe; de no callar lo que a todas luces debe ser denunciado y jamás tolerado.
¡Gracias por distraerte en analizar mi trabajo!
Con infinito placer:
Arturo