Yaces perenne,
indolente y mustio
sostenido tan solo de una línea.
En la curva del tiempo te entretienes
como colibrí rondando dimensiones
que se entrecruzan en voraces espirales.
¡Luna de luz tergiversada en remolinos mentales
que me asfixian,
y me hacen respirar a pausas
en el icónico tic tac de tu parodia!
¡Tiempo de Dalí vuelto reloj!;
fugitivo del tiempo,
revelas las siete lunas del viento cósmico que inundas,
convertido en horas y minutos sin fin y sin frontera.
Iconoclasta,
porque tú sólo existes para gozar nosotros de tu estela
luminosa que se cuela,
por las rendijas liminares de la tierra,
en el amanecer de un nuevo día...
en el dorado manto
de cada primavera.
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2013
Derechos reservados
Cada día admiro más la figura de este pintor que fue controvertido, cuestionado y mal interpretado por la izquierda militante durante la dictadura franquista en España. Pequé de los mismos errores. Pero hoy no bastan las palabras para elogiar el alcance de su obra que tan bien interpretas en tu poema sobre el tiempo y los relojes blandos de este maestro del surrealismo.
ResponderEliminarCon un abrazo.
Salud.
Muy querido Julio:
ResponderEliminarSerá que ambos tenemos fe de comprender su obra...
Será que ambos soñamos en que nuestra realidad llegara a ser la realidad de otros...
Tú, en tu indomable quehacer poético, has hurgado en rincones similares a los relojes blandos. ¡Será que intentamos al menos colgarnos de las mismas manecillas!
Un abrazo agradecido:
Arturo