lunes, 16 de agosto de 2010

MI COMPROMISO


México atraviesa por momentos muy difíciles. Los problemas podrían enumerarse en una larga lista, y muy probablemente, las soluciones de fondo cabrían en un decenario de buenas intenciones. Desde mi punto de vista, el problema principal se gesta en los cimientos de la educación, de la formación cultural, del fortalecimiento de la sensibilidad social para vivir y convivir en un mundo severamente agobiado por el modernismo y las nuevas tecnologías.
Asimismo, las oportunidades para mostrarse en la sociedad, ya fuere concursos, exposiciones de libros, foros de lectura y participación ciudadana, entre otros, son muy pocos e insuficientes en nuestro país, más aún en la entidad en la que vivo.
Si ello no fuera suficiente, la criminalidad, la falta de oportunidades de trabajo y de desarrollo, terminan aniquilando aspiraciones de impulso a la creatividad e inventiva para empujar a nuestro país a una salida más rápida y certera de la vorágine en que nos hemos sumergido.
Presiento que con este fondo, tú compartes que la literatura no es una solución de forma sino de fondo. Podríamos sostener una charla o intercambio de ideas interminable, simplemente citando a los grandes pensadores, escritores, intelectuales, antropólogos, psicólogos y todo aquél que entiende y comprende que el tejido social es tan delicado como la piel misma de un ser humando enfermo e indefenso.
Intento poner un granito de arena, una aportación que distraiga al joven dispuesto a delinquir para disuadirlo de sus ideas confusas y sin futuro, a través de la lectura de un libro o un poema. He iniciado un proyecto denominado Literalia México, el cual se centra en promover espacios y oportunidades para aquellos que están dispuestos a participar en el proceso de cambio de nuestro país.
No importa cuán pequeño sea mi proyecto, y mucho menos importante es saber que puedo fracasar en el intento. Sin embargo, es allí donde se centra mi gran ideal, pues Literalia México puede multiplicarse en muchas otras ciudades de México, dirigido por otra persona, con otro nombre o con otro potencial, pero al fin y al cabo crecer.

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