sábado, 1 de enero de 2011

LA ULTIMA FLAMA

La noche caía plena, apacible, serena. Los barruntos de tormenta quedaron disipados para con ello dar cabida a una aurora boreal que comenzaba a dibujarse en el infinito sideral. Familiares y amigos dieron las buenas noches, poniendo fin a una de las celebraciones más emotivas de cada ciclo anual.
Todo comenzó con los preparativos de una mesa que daría acogida al regocijo natural, humano, que como familia, hemos intentado fortalecer con el paso del tiempo.
La cena estaba lista, había que dar paso entonces a acudir a la iglesia a agradecer al Señor, reflexionar sobre un año más de vida, y de paso, elevar oraciones y deseos por un Año Nuevo más promisorio en todos los sentidos y perspectivas.
Cascada de sentimientos que me hicieron vibrar de emoción, recordando, añorando a mis viejos que partieron para siempre años atrás. Palabras de un sacerdote comprometido con su causa social de proveer de aliento, esperanza y gratitud por tan generosa benevolencia celestial.
Luego, la espera desbordante de alegría por escuchar las campanadas anunciando el advenimiento de otro ciclo, otra oportunidad por enmendar los errores y reafirmar los votos por una vida mejor. A mi interior, los mismos reclamos para con mis yerros recurrentes, el deseo de redoblar esfuerzos que parecen agobiantes pero superables, y una convicción por trazarme metas que parecen retos indomables.
Las doce uvas al compás de doce campanadas. Los abrazos, besos, caricias con el alma y bisbisando al oído deseos amorosos, cordiales y plagados de buenas intenciones. Las lágrimas bien pudieron llenar otra copa más de vino para brindar por las penas dolorosas, pero también por las alegrías que nos hicieron vibrar de emociones siempre nuevas y revivificantes.
Tras el gozo placentero de una deliciosa cena, discursos reflexivos y melodías que semejaban remembranzas a los tiempos idos, justo antes de apagar la última luz, una pequeña vela parecía suplicar tuviese misericordia de ella. La observé con atención e imagine ver en ésta algo más que material combustible azuzado por cera y pabilo.
Vi entonces en ese fuego ardoroso y amable la misma secuencia de escenas vividas en las horas anteriores, en miles y millones de hogares de gente buena, gentil, amorosa, deseosa de encontrar en una noche la energía y valor para enfrentar un nuevo amanecer.
Sin embargo, también pude observar con claridad a aquellos que no tuvieron nada para cenar, pero estaban felices de al menos encontrarse juntos y sanos, prodigándose un calor que no emana de fuego alguno y sí del centro mismo de sus corazones. Pude admirar a todos aquellos que parecían no tener más aliento que la obligación de seguir viviendo una vida miserable y llena de carencias. Pasaron ante mis ojos cuadros de dolor, de desesperanza, de angustia por sus dolorosas experiencias.
Entonces, conmovido hasta las lágrimas por una realidad que nos supera y se estrella en los muros de la injusticia y desigualdad humanas, decidí respetar aquella flama que se negaba a morir en el intento de proveernos de lo único que mueve al mundo: “La esperanza”   

10 comentarios:

  1. Marisela Tapia Bosco1 de enero de 2011, 23:32

    Muy apreciable Señor Arturo:
    Me parede muy bella su reflexión. Personalmente voto porque las desigualdades e injusticias vayan desapareciendo de nuestras vidas, y que la literatura sea algo más que una oportunidad para vencerlas.

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  2. Antonio Bernedo Williams2 de enero de 2011, 16:25

    Quiero unirme al regocijo de todos los que conforman Literalia México, deseándoles un cúmulo de parabienes y éxito en este 2011.
    Es un placer encontrar un blog cuya misión es ser incluyente, intentando reunir las voces y pensamientos de diversas nacionalidades y estilo poéticos.
    ¡Feicidades!
    antonio_bernedo_w@hotmail.com

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  3. Dear Arthur:
    I appreciate your support and friendship. The literature is an oportunity to search new horizons and challenges. I hope sincerly this year be full of success and new friends in all the world.
    Blessings:
    Debrah

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  4. Julieta Aranzabal (Jalisco)3 de enero de 2011, 16:57

    Más allá de una sensibilidad profunda y sincera, encuentro una auténtica propuesta de reflexión hacia aquellos que poco o nada tienen. Afortunados nosotros que tenemos a la literatura como fórmula para comprender estas realidades cotidianas.
    Saludos:
    Julieta

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  5. Cada año nos obsequia con 365 oportunidades nuevas, diferentes y llenas de esperanza.
    Felicito a mis amigos de Literalia México, así como a todos los jóvenes que accdene a este bello sitio.

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  6. Manuel Saavedra P. (Los Mochis)7 de enero de 2011, 21:05

    ¡Exquisita metáfora!
    ...con la aurora boreal, que abigarrada,
    te recoge como al ave el nido...
    Para Sol y Luna, mi afectuoso reconocimiento por tan prodigioso poema.

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  7. I wanted to tell you, yes, you can reproduce my posts on your blog if you give me complete credits and don't change anything. :D

    Happy Sunday.

    JJ

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  8. Señor Arturo: ya casi ha pasado el primer mes del año y, como es lógico, ya tenemos nuevas alegrías y las que no lo son tanto: ES LA VIDA que nos acerca, a diario, sus altibajos naturales. Todo hay que enfrentarlo, todo lo debemos amasar, como el pan, para ir formando una nueva pieza, más placentera pero propensa a deformaciones nuevas, todos los días. Estamos transitando lo que será la reflexión del próximo fin de año. Que tenga un buen año, Beatriz

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  9. Muy apreciable Beatriz (Anónimo):
    Te comento que normalmente no respondo a los comentarios, aunque sé que debiera hacerlo.
    El fin es no formar círculos viciosos de halagos o adulaciones impropias o desagradables para el resto de lectores.
    Sin embargo, no quiero perder la ocasión para agradecerte tus siempre amables comentarios, los cuales me llenan de entusiasmo y convicción por seguir trabajando con ahínco.
    Yo también te deseo que tengas un sensacional Año 2011, y que Dios te bendiga con salud y esperanzas cumplidas.
    Afectuosamente:
    Arturo Juárez Muñoz

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  10. Estimado Arturo: agradecida por la contestación. A mí, personalmente, no me gustan los halagos ni las adulaciones, pero sí me alegran las contestaciones respetuosas y oportunas. Hasta otra. Nuevamente gracias, Beatriz.

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