martes, 16 de diciembre de 2014

AQUÉL QUE OSÓ GRITAR MÁS FUERTE QUE EL SILENCIO...







"Como un homenaje a todo aquél que osó gritar más fuerte que el silencio... "











Tu voz,
a veces dulce, a veces triste,
duerme apacible mientras callas.
El grito adormilado de tu lucha,
esperando turno, parece meditar cantos de guerra,
de paz, de desespero…

Tu voz,
cocida a tus labios, a fuerza de vivir
bajo el estigma de permanecer indiferente,
como si fueses lastre de algún fiero pasado;
como si fueses vergüenza indómita de
un sueño acorralado.

Y sin embargo,
tu voz, otrora rabia, lanza, fuego,
hoy parece lamento y no suspiro,
hoy parece vestigio de un canto lastimero.

¿Dónde está? ¿Dónde está tu voz de niño vuelto hombre,
héroe, guerrero?
Hoy, callada tu voz otrora de jilguero,
parece calar el sonido del cañón primero.

Y sin embargo, aquellos que apagaron tu voz,
tu risa, tu vuelo con alas de terso terciopelo,
creen que mataron tu osadía,
sin saber que ellos, antes que tú,
murieron primero…


Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Diciembre 2014


jueves, 20 de noviembre de 2014

EL LOCO


























La vida cumplió sus amenazas;
Le ató las manos y le atrapó los sesos,
En esas rejas blancas donde encierran a los necios,
a los locos, a los viejos…

Vayan trayendo leña verde
El loco ha vuelto a despertar del sueño…

Aquel hombre de gesto retorcido,
amenaza, fuego, suicidio,
Logró zafarse de ataduras falsas,
para volver a su prisión de hierro.

Vayan trayendo leña verde
El loco ha vuelto a despertar del sueño…

Y es que al silencio lo volvió murmullo
y al murmullo lo convirtió en estruendo;
Aquél que nada dijo y hoy lo dice todo,
aquél que incendia horizontes con el dedo.

Así las cosas en este mundo ciego;
los locos son callados por mirar al cielo;
libertad, estrella mortecina, 
que es apagada con el fuego.



Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014





jueves, 28 de agosto de 2014

COMALES NEGROS

Fotografía propiedad de Conaculta, INAH, Sinafo, FN. México

























¡Te miro apenas a los ojos
… y asoma tu placidez de luna!
Tú que naciste colmado del olor a hierbas;
Tú que creciste entre comales negros.
Hasta pareces fumarola en escapada
Sonriendo pa´dentro, nomás pa’dentro,
como si hablaras con alguien en tu cama,
en tu casa, en tu alma, en tu pecho.

¡De nombre ni hablamos,
sería presumir que te conozco!
Hombre de barro endurecido
a fuego de volcán e incienso.

¡No, no te aburre tirar tortillas cada día!
Hasta pareces remedo de chasquido,
de chirriar de carbón bajo las llamas,
que incendian de color a tus ancestros.

Tus tareas,  remedo de maizales
que amasan el oro entre sus manos;
Oro del maíz y pedernal que envueltos,
giran en volutas de recuerdos.

Mañana vuelvo, y seguro estarás
tirando tortillas con chimicuiles y pasilla;
Nada detendrá tu afanosa labor
de jornalero, que detiene la rueda de la vida,
pa´hacer tortillas, 
en sus comales negros…

Con infinita admiración a esa estirpe de hombres que dignifican a la vida, 
las buenas costumbres y los profundos valores de nuestro pueblo.

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014


sábado, 9 de agosto de 2014

¡DIME TÚ, VIDA! ¡DIME TÚ!






La vida es un instante entre dos eternidades.
La vida es una cadena interminable de renuncias, y sin embargo, es lo único nuestro que se nos da al nacer, y es lo único que nos llevamos al partir...









¡Dime tú, vida, dime tú!
¡Dime tú, vida,
¿cómo hago para calmar mi ira y
mi magro desconsuelo…?
¿Cómo hago para no
romper en llanto,
por cada lágrima
que cae del cielo?

¡Dime tú, vida, dime tú!
¿Cómo hago para volver del fuego,
donde arden mi piel y mis adentros,
quemando mis lúgubres anhelos?

¡Porque tú, sólo tú lo sabes!
Quien puso la sangre entre mis venas,
que me dio capacidad
para llorar cascadas
y anhelar aquella fantasía
mal llamada sueño.

¡Dime entonces como ahogar los
locos desatinos,
que me incendian de coraje…
por no entender que muero!


Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Agosto 2014

jueves, 12 de junio de 2014

LA ESCALERA QUE CAMBIÓ MI VIDA



















Cuando somos pequeños, todo es nuevo y nada es todo. Nos sorprendemos de las cosas más nimias jamás imaginadas, pero distinguimos a plenitud una realidad hermosamente agradable, de una fantasía que nos transportaba a galaxias lejanas.
La vida transcurría entre juegos emanados de nuestra imaginación, hasta corceles de madera galopando grandes desiertos y llanuras. Para cuando la noche caía, el cansancio nos atrapaba entre sus redes, y ni aún allí nuestra cabeza dejaba de girar en volutas ascendentes.

Una tarde, asumo fin de semana, mi madre y yo regresábamos a casa luego de acudir a un encuentro de futbol. Por cierto, ella era gran conocedora del deporte, logrando transmitirme lo que hasta hoy, es una pasión que no encuentra reposo.
Mi padre retornaba de la capital todos los viernes, y en esa ocasión lo esperábamos a la hora acostumbrada. Sin embargo, para nuestra sorpresa, él ya estaba en casa. Luego de saludarlo y sentirme complacido porque había vuelto con bien y a temprana hora, me mostró dulcemente una  sonrisa que denotaba satisfacción.

Inducido por él, salí a la parte trasera de la cocina en busca de una bolsa de basura, cuando para mi sorpresa, una erguida escalera de madera yacía recargada sobre un muro, rebasando con sus portentosas patas el nivel de la azotea.
De madera de pino, perfectamente recortada y ensamblada, aquella obra de arte lucía esplendorosa invitándome a escalarla y descubrir la otra cara de la vida. ¡Sí, la vida vista desde una azotea!

Hoy, en puerta de mis 61 años, aún recuerdo el evento. Sencillo, insignificante, pero trascendental en mi vida. Me enseñó muchas cosas. Me mostró la cara de la sencillez y del trabajo; la faceta del orden, de la precisión, de la templanza. Por años gocé de su precisión milimétrica. La subía y bajaba con tal entusiasmo, que creo haber quedado subyugado de su geometría.

A mis once años de edad, mi padre partió. En ocasiones creo que subió por esa escalera a sabiendas que lo conduciría al cielo, en busca de su siguiente escalera, de su siguiente gran ideal, de su siguiente sueño.
Hoy, aunque aquella escalera ya no está físicamente, sí lo está presente en el día a día de mi vida; me sigue enseñando que soy yo mismo el que construye sus propios escalones, y felizmente, los escalo para alcanzar mis propios sueños, vencer mis propios retos y anhelar que algún día, me lleve por igual… a mi siguiente escalera.

  
De sus manos de artista,
      artesano de la vida,
            maderas traslapadas en señal de fantasía.

Tu enhiesta figura de peldaños infinitos,
      se multiplica hasta alcanzar el otro lado de la luna.

Y en tu trazo, singular y portentoso,
      reposa su sonrisa de padre,
            de amigo, de sabia arquitectura.


A la memoria de mi padre inolvidable:
Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
2014






martes, 3 de junio de 2014

PARA ESTA HORA...



















Para esta hora, ya habías elevado el vuelo.
Tu rostro apacible no ocultaba nada;
Toda tú eras paz,
eras silencio
en la alborada.

Para esta hora,
tu corazón era estrella dormida;
Palpitante,
pero su luz
ya no brillaba

Para esta hora,
tus ojos ya no me miraban;
Tomé tu mano con mi mano,
sólo frío,
oscuro resplandor,
sobre tu cama.


Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
3 de junio del 2014






viernes, 30 de mayo de 2014

VOY A HACER UN PAPALOTE...




Voy a hacer un papalote
con trocitos de palabras,
dicen que vuela más alto
cuando se le ponen barbas.

Niñez que pendes del tiempo
en busca de nuevos vuelos,
dicen que llegas más alto
cuando buscas otros cielos...









Arturo Juárez Muñoz
Twitter: @arturojuarezlm
Literalia México


lunes, 14 de abril de 2014

ECLIPSE



















¡Soñé, soñé por un momento
que estaba en la luna tendido sobre arena blanca...
admirando un eclipse de Tierra!


Arturo Juárez Muñoz
Literalia México

miércoles, 12 de marzo de 2014

FE, ESPERANZA Y VOLUNTAD






"La vida no promete aliviar nuestras penurias; la esperanza a medias; la fe te reconforta, y tu voluntad te fortifica."

A mi querido hijo Arturo.










En ocasiones, el formato divino que Dios confirió a la vida, no nos satisface. Plagada ésta de un singular número de vicisitudes, parece más una vorágine de fuego que una espiral ascendente de virtuosismo y perfección humana.

Es entonces que nos miramos al espejo y nos preguntamos qué hicimos mal para merecer tal o cual cosa, por encima de aceptar que nos tocó turno de enfrentar a la adversidad con sus rostros desconocidos.

Al paso de los años, pareciera que construimos una coraza protectora, pero en el fondo, nada ha cambiado en nosotros, salvo una más relajada capacidad de comprender que las cosas, por enésima ocasión, han salido mal.

¿Qué hacer en consecuencia? ¿Cómo enfrentar esos momentos difíciles en los que hay más preguntas que respuestas? ¿Hay una mejor manera de hacer frente a lo que parece ensañarse contra nosotros?

Muy probablemente estamos aprendiendo a vivir lo que, en apariencia, es la vida normal que todo ser humano debe enfrentar en consecuencia, y que además, lo ha tenido que hacer por los siglos de los siglos.

¡No, estoy seguro que no! Me consterna imaginar que sea el sufrimiento la ruta piadosa para la purificación del alma. Incluso, me viene a la mente aquel eremita que se aposta en una columna hasta ver agusanarse su cuerpo, todo en búsqueda de esa perfeccionamiento y espiritualidad basada en el sacrificio y la meditación.

Sin embargo, ¿qué hacer como alternativa racional, sensata o piadosa hacia nosotros mismos?
No tengo la respuesta, pero sí una reflexión. El hombre, como ser hormonal, sentimental, proclive al amor por diseño original, dotado de inteligencia para elucidar las encrucijadas que enfrenta cotidianamente, debe encontrar sus propias respuestas.

¿Paradójico, no? No obstante, ello me permite encontrar mis propias respuestas y mis propios quehaceres que se elevan como obligada respuesta a lo que debo hacer en consecuencia. Y es que es allí donde radica la oportunidad de ser mejor, de ser más fuerte, de forjarnos en el crisol dorado de ese dolor tan repudiado pero que nos lleva a un camino de purificación de ideales en nuestras vidas.

Si hay congruencia y sensatez en esta reflexión, entonces significa que lo que enfrentamos como problema, es en realidad una faceta de muchos otros problemas a la vez, unidos, fundidos en una sola careta pero con diferentes orígenes y desenlaces.

Por lo tanto, el problema, que en apariencia parecía ser uno solo, en realidad es la punta del iceberg o la gota que derrama el vaso. En esta perspectiva, nuestro esfuerzo debe multiplicarse; nuestro entusiasmo por resolverlos todos a la vez, debe sufrir una mutación de sencillez a tarea tiránica; debemos mimetizarnos de abeja a águila, de soldado a general, de Peón a Rey, y así sucesivamente.

¡Vamos por todo, no por una parte! ¡Vamos a tomar al Minotauro por la cola y al Diablo por el tridente!
Después de todo, lo peor que nos pasará, será resolver una sola parte del problema, pero con ello, habremos ganado en confianza, salud y alegría.

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Marzo del 2014






jueves, 20 de febrero de 2014

SI PUDIERA PEDIRTE PERDÓN


















¡Ahogada de piedras, tu garganta,
resuella en estertor de muerte ingrata!
Tú, que en las pocas primaveras que poblaste el alma
de los campos, de la lluvia, de las rocas,
hoy pareces fallecer entre los brazos exangües del único sostén
que te separa, del tibio camastro donde reposar tu cara.

Frontera del dispendio de amargo y ocre estruendo
de las bombas, de los huertos, de las rosas,
que al igual que tú ceden su sangre,
para volverse polvo, fuego y savia.

¡Ay, si pudiera pedirte perdón por la malaria
que asfixia la atmósfera del juicio
falaz y deletéreo del hombre insano!
De ése que sentenció tu vida,
a sucumbir en ecos de estallidos,
una mañana de febrero ya sin alma.

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México

jueves, 30 de enero de 2014

ROBINA

Fotografías de Muhammed Muheisen


ROBINA

¡No, no es poema! No resulta factible intentar una rima, un verso, un soneto. En ocasiones no hay forma de articular una idea clara, y sin embargo, la realidad está presente como daga en los costados...

Te llaman oprobio, vergüenza, abandono.
Eres espada con rostro de injusticia, desamparo y silencio;
y en foros acusan a hombres que no tienen nombre,
y exhiben tu rostro en paredones de miedo.

Te toman de los brazos y te elevan en sus luchas;
te exhiben cual símbolo negro de la faz humana;
te lloran y tiemblan de dolor profundo,
por tanta maldad atada a tu cuerpo.


Y sin embargo, 
a pesar de tus lágrimas extraviadas en el desierto,
de tus manos enjutas más secas que la roca,
te llaman de todo y lloriquean por nada,
pero nadie dice, 
porque no lo saben...
Robina, pequeña, tu bendito nombre.

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México



lunes, 27 de enero de 2014

JOSÉ EMILIO PACHECO, MI HOMENAJE















¡Desatenta, la Muerte mordaz intenta vengarse de todo aquél detractor que la señale en su miserable tarea!

Quién mejor que un poeta para acallar las voces que te enloquecen en los deletéreos espacios nauseabundos donde habitas. José Emilio parece tomar turno en la inexorable fila de los que se adelantan, todo gracias a tu lapidaria tarea de socavar los cantos a la vida, al amor, a la esperanza.

Y sin embargo, por más que intentas llevarte todo de un solo golpe, el viento que se cuela entre tus huesos, cargado está de la voz amada de José Emilio, en señal inequívoca de que jamás lograrás mitigar el horror de tu conciencia.

¡Sí, Muerte insana! Me dirijo a ti para fustigar tu rastrera labor carcelaria, de hipocresía, de viento helado que exhalas cuando hablas. Si algún día murieses arrastrada por las cadenas del infierno, nadie en absoluto intentaría recordarte y bendecir tu mezquina locura.

Cuánta alegría me da constatar tu equívoca mentira: ¡Los poetas no mueren, no están en tu lista de crueldad extrema! Ellos son voz de otra esencia que tu negro poder no logra tocar. Son hechos de la pureza de la vida misma, ésa que tus manos no pueden asir en su lapidaria usura. 

Los poetas nacieron en otra perspectiva, en otro destino, en otra aventura. Al que te llevaste por error, suplirá con infinito placer a José Emilio, como acto divino de agradecimiento por su labor bendita. 

¡No, no te confundas, te llevaste un cuerpo pero no su magistral grandeza!



CUANDO CALLA TU VOZ
A cada poeta que muere…

Cuando se apaga tu voz
de amados tonos y tez terciopelada,
un rostro se apaga y otro te venera.
Tu resplandor de luna
se apagará también en la finura
lavada de la arena.
El silencio se esparcirá como
fuego ardiente entre las almas
de los que temen divisar tu sepultura.

Cuando cesa tu pluma
de dibujar la vida en forma de palabras,
alguna estrella se esconde prisionera.
Cuando se apaga tu voz,
pierde una letra el alfabeto y gana la incoherencia.
Cuando cesa tu pluma
de convertir polvo en esencia,
vuelve a cegarse la humanidad entera.

Tu majestuosa voz que osó retar
al universo creado por el hombre,
calla cediendo su alta investidura.
Te llevas el puño, no la tinta.
Te llevas el verbo, no la hoja.
Sólo queda de ti la mágica escritura.


Arturo Juárez Muñoz
Literalia México
Enero 2014

miércoles, 22 de enero de 2014

ELEGÍA INTERRUMPIDA, DE OCTAVIO PAZ

Estremecido, doy cuenta del doloroso trance narrado en el microrrelato de nombre "Elegía interrumpida".

Sacudido en mis principios, y a pesar de haber dado lectura al presente un par de años atrás, confirmo que el relato de denuncia continúa siendo una poderosa forma de promover escrúpulos y principios elementales de respeto y amor a la vida.

Para Pablo Martínez Ferandín, autor del presente, mi respeto y alto aprecio; para Gustavo Osmar Santos, mi siempre sincero agradecimiento por sus fotografías puestas al servicio de Literalia México, y para Octavio Paz, gran referente poético,  mi inconmensurable reconocimiento y admiración."

Arturo Juárez Muñoz
Literalia México, 2014


Cuando por fin pude salir del hospital, el cansancio partía mi espalda de manera terrible. Derrotado por la muerte de mi paciente, todo lo que quería en ese instante era irme a dormir a casa. Miré el reloj y pude percatarme que eran las 21:30 hrs. Apreté mis ojos con los dedos encontrados de mi mano, y dejé escapar un suspiro prolijo y lastimero.

Una vez en mi auto, tomé por la lateral de la Avenida San Francisco. Justo al virar a la derecha, la imagen de dos pequeñas niñas atrajo mi atención. Sin pensarlo, como movido por los resortes de mi piedad maltrecha, me acerqué a ellas. La más pequeña se bamboleaba sobre su cuerpecito, mostrando con claridad parálisis cerebral. La otra, simplemente se concretaba a mirarme con indiferencia.

Irremediablemente, un sentimiento de humanidad hizo acercarme. Para cuando estuve a un metro de distancia, una voz seca me paró con brusquedad. “Epa, epa, cabroncito. ¿A dónde? Éstas pendejitas son mis hijas”
Intentando increpar su postura, la mano firme del hombre me detuvo en un intento vano por acercarme a ellas. “Órale, cabrón, a chingar a su madre”, me dijo y me señaló a cualquier parte en señal que me alejara.

Esa noche no pude dormir. El recuerdo de mi joven paciente me asaltaba de manera mordaz. Pero entre las brumas de mi soledad extrema, la imagen de ambas niñas me hacía temblar de angustia.
Cuando al siguiente día me presenté al hospital, fui abordado por la Dra. Mariana Fernández, quien dándome una palmadita en la espalda, intentaba reconfortarme. “Ven, ayúdame e reconocer a una pequeña que ingresó anoche en la madrugada”  

Una vez en el área de urgencias, ambos nos apostamos al pie de la cama 14.
“Esta niña fue violada con saña inaudita, y quemada de ambas manos con cigarro”, dijo el asistente. Cuando pude mirar el rostro amoratado de la niña, un escalofrío paralizante me hizo desvanecer al punto del desmayo. “¡Es ella, es ella!, dije llevándome la palma de la mano para cubrir mis ojos invadidos por el llanto.

“¿De qué hablas, Jorge? ¿Es quién?”, decía Mariana. Intentando reponerme del shock, miré a la chiquilla a los ojos: ¡La misma mirada fría y extraviada de la noche anterior! Tragando saliva, logré balbucear estúpidamente. “Mira nada más, ángel de mi vida, ¿quién te hizo esto?” La respuesta nunca llegó, pues con una actitud que rebasaba toda estoicidad, venció sus manitas y perdió su mirada en el costado.

Días después, la realidad ocupaba todos mis sentidos, pues el periódico local, en la sección policíaca, daba cuenta del suceso: “Niña que era explotada por su padre pidiendo limosna y prostituyéndola, muere finalmente en el Hospital General”
El diario cayó de mis manos. Una impotencia total hizo derrumbarme, prorrumpiendo en un llanto convulso y dramático. No podía quitar de mi cabeza la mirada fría y lejana de la pequeñita. Apretaba las manos con rabia, al punto de propinarme a mí mismo, al menos una docena de bofetadas.

Un mes después, es que leo este fragmento del poema de Octavio Paz, Elegía Interrumpida, e intento comprender la esencia universal de sus líneas:

Codicia de la boca
al hilo de un suspiro suspendida,
ojos que no se cierran y hacen señas
y vagan de la lámpara a mis ojos,
fija mirada que se abraza a otra,
ajena, que se asfixia en el abrazo
y al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo se hunde y pierde cuerpo el alma
y no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos.

Pablo Martínez Ferandín

Fotografía cortesía de Gustavo Osmar Santos

miércoles, 15 de enero de 2014

JUAN GELMAN






"Los poetas no nacen, ni mueren, ni siquiera existen... Solamente son la esencia vociferante de la Naturaleza."

Arturo Juárez Muñoz


lunes, 13 de enero de 2014

PARADOJA DE AMOR, DE JULIO GONZÁLEZ ALONSO












Venus

Paradoja de amor
Si es en la voz del viento
que un suspiro de amor el alma advierte
confieso lo que siento
si envidia de esa suerte
se acosta al lado el miedo de no verte.

Y de la misma guisa
que el miedo me atenaza con perderte
corre la misma prisa
otro miedo más fuerte
cual sería la dicha de tenerte.

Que es el amor tan raro
tan frágil e inconstante en su andadura
que necesita amparo
de celos y locura
que la ilusión sujete a la cordura.

De este confuso modo,
en oleaje de amor y de vaivenes
ya no encuentro acomodo
si del amor los bienes
son desgracia si tienes... y no tienes.


Julio González Alonso


Con aprecio, respeto y reconocimiento al poeta y amigo, Julio González Alonso.